En el centro de Quito, entre las calles Guayaquil y Flores, se encuentra uno de los hitos culturales de la ciudad. Una edificación de arquitectura neoclásica que el 25 de noviembre de 1886 abrió sus puertas, con el concierto del pianista francés Louis Marcel Voyer, para expandir el horizonte de la imaginación en la ciudad.
Recorrer la historia de este teatro, construido en base a los planos del arquitecto alemán Francisco Schmidt, es vincularse con la creación permanente. Un espacio donde los músicos, técnicos, administrativos y productores de la Fundación Teatro Nacional Sucre trabajan para crear puente sensibles entre el público y las artes escénicas.
En la actualidad, al cumplir 136 años, el Teatro Nacional Sucre ofrece una de las programaciones artísticas más completas de la región. Es la sede oficial de los festivales más emblemáticos de la Fundación Teatro Nacional Sucre: Ecuador Jazz, Festival Internacional de Música Sacra y Fiesta Escénica.
A lo largo de su historia diversos artistas de la talla de Segundo Cóndor, Philip Glass, José Carreras, Charles Bradley, María Pagés, Jorge Drexler o John Zorn, han dejado una huella imborrable en la memoria colectiva de ecuatorianos y extranjeros.
Entre los años 1565 a 1765 la actual Plaza del Teatro era la “Plazuela de las Carnicerías”, solar y patio de las carnicerías con forma irregular, rodeada por casas de dos pisos con cubierta de teja. De 1670 a 1672 se celebraban corridas de toros, todos los sábados. Más tarde se consolida su uso y en 1786 se convierte exclusivamente en “Plaza de Toros”.
En la época del Presidente Gabriel García Moreno (1860), Quito se vuelve más dinámico y organizado. El Estado impulsa proyectos públicos de corte neoclásico de filiación francesa, alemana o italiana, que simbolizaban y reforzaban su propio poder. El nuevo pensamiento y los movimientos post-independentistas, plantearon la idea de abandonar aquellas prácticas de fiestas populares patronales como las “corridas de toros” e implementar el teatro y otras formas de expresión de corte laico. En 1867, el Congreso las prohíbe y la Plaza de Las Carnicerías fue convertida en espacio teatral. En 1879, se dispone el mismo sitio para la construcción del teatro, por lo que el espacio delantero del matadero adoptó el nombre de Plaza del Teatro.
El gobierno de Ignacio de Veintimilla en 1877 cedió la casa y solar a la sociedad privada llamada “La Civilización” para la construcción del teatro. El arquitecto alemán Francisco Schmit, fue quien diseñó el proyecto y el empresario quiteño Leopoldo Fernández Salvador construyó el “Teatro Nacional”, que más adelante incorporaría el nombre de Sucre en honor al héroe de Pichincha, al parecer por iniciativa de Marieta de Veintimilla, la famosa sobrina del magistrado. La obra concluye a mediados de 1886.
El 25 de noviembre de 1886 a las ocho y media de la noche fue inaugurado el escenario con la presentación del célebre pianista parisino Capitán Voyer, participaron la Banda de Artillería y los cantantes Baldassari y Aymo de la Torre, quienes interpretaron el Himno Nacional, con el acompañamiento de la Orquesta Nacional dirigida por Aparicio Córdova.
Está claro que la actividad teatral de esta época tendría connotaciones progresistas liberales, y su estilo de construcción confirma la premisa a nivel latinoamericano: el neoclasicismo es la arquitectura oficial del liberalismo. El Teatro Nacional Sucre se convertía así en el símbolo del progreso y civilización de la ciudad.
La primera empresa nacional artística teatral que se presentó en el Teatro fue la Compañía Dramática Fernández-Vireli. Fue utilizado por primera vez para cine en 1901. Desde su apertura un uso esporádico, en sus primeros 50 años de vida existen dos o tres espectáculos anuales, y su uso fue para funciones de fin de año de escuelas y colegios, para bailes de sociedad (fiestas de carnaval y matrimonios), el teatro era alquilado privadamente para fiestas, conmemoraciones y prestado públicamente para escuelas y colegios.
El Teatro Nacional Sucre fue intervenido en innumerables ocasiones para evitar, en lo posible, su deterioro. Se cambian la cubierta, el piso de la platea y se decora la fachada principal con relieve de “Orfeo y las nueve musas”.
En 1922 se realizaron obras en infraestructura básica y se edificaron nuevas bases en hierro estructural y hormigón armado, acciones valiosas para rescatar al coloso de la plaza.
Se adicionan 168 sillas vienesas y se incorpora entre los intercolumnios de la entrada principal la estatua de Antonio José de Sucre. Se modificó el techo exterior del escenario y se reemplazaron los pilares de madera que sostenían la maquinaría escenográfica. Entre 1948 y 1952 se amplía la platea, se construye un piso nuevo sobre el nivel de los palcos, formando la galería, se modifica la boca del escenario y se construyen los camerinos tras el escenario.
Estas adecuaciones sufrieron el embate del tiempo y el intenso flujo de agua subterránea que deterioró las bases y estructuras principales del teatro, dejándolo en un lamentable estado de deterioro.
Entre 1980 y 1994, tras varios intentos fallidos por hacer una intervención a profundidad del Teatro Nacional Sucre, en el año 1998 la Municipalidad de Quito, a través del Fondo de Salvamento del Patrimonio Cultural de Quito, FONSAL, tuvo que intervenir en auxilio de este magnífico edificio, retomando y reorientando la intervención que se concluyó en noviembre de 2003.
AFORO DISPONIBLE AL 100%: 665 PERSONAS.
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