En 2025, la Fundación Teatro Nacional Sucre (FTNS), junto a varios gestores culturales, impulsa el proyecto “El Teatro en su Territorio: Residencia para vecinos y vecinas de la Plaza del Teatro”, una propuesta que busca fortalecer el vínculo entre la institución teatral y la comunidad del centro histórico de Quito y que, en este año, cumple su segunda edición.
A través de actividades artísticas en el espacio público y de acceso libre, el proyecto promueve el diálogo, la participación y la creación colectiva. Durante su desarrollo, en el marco de la Fiesta Escénica de Quito (31 de mayo al 27 de junio), asistieron 1.530 personas a 21 eventos.
Considerado por sus curadores como “un escenario de la transformación social del país”, este proceso ha permitido identificar personajes, rutinas y espacios urbanos cargados de significados, más allá de los estereotipos sobre la ciudad.
Su objetivo es generar acercamientos sostenibles con la comunidad, involucrando a infancias, familias y vecinos, para imaginar nuevas formas de relación entre el teatro y su entorno, reconociendo la riqueza y complejidad del territorio que lo rodea.
En 2024, el proyecto se bautizó con el conflicto como bandera. Un contacto que expresaba una certeza: para generar corriente, hay que chocar. Curiosos locales, vecinos y turistas se convirtieron, por un momento, en público de un teatro sin butacas. El morbo y la vergüenza movieron los hilos para que ‘La Plaza del Teatro: territorio en conflicto’ —una investigación pictórica, mediación comunitaria y mapeo— empezara a comprender a quienes, en medio del ruido local, hacen que el lugar deje de ser un desierto de pavimento.
Durante cinco días, el proyecto impulsado por Diana Orduna acaparó la atención de los transeúntes, 360, para ser exactos. Del 19 al 23 de junio de 2024, diversas propuestas artísticas se revelaron ante la dureza de la Plaza del Teatro, que, a pesar de la lluvia, los gritos y las miradas sentenciosas, jugó la partida del arte.
Mediante talleres, propuestas de danza y una contundente toma del espacio con arte, impulsaron el rugido escondido de la gente en este sitio emblemático de la ciudad. Un año después, Diana comparte uno de los frutos del proyecto, sobre una imagen, la de los niños que juegan fútbol en esta Plaza sin arcos, con una pelota de trapo.
La Plaza se presta —y se ha prestado— para ser capital del arte, sin necesidad de etiquetas ni festivales que la legitimen. En 2024, esa aventura artística apostó por el conflicto en cuerpos que se redimen gracias a la curiosidad al aire libre. La bandera blanca del arte se ciñó a la estrategia de mostrarse ante el mundo, aunque sólo sea sobre los pasos de un visitante que, durante cinco minutos, camina la Plaza del Teatro.