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El Auditorio Raúl Garzón, una sinfonía que se completa

En el interior del Centro Cultural Mama Cuchara se reabrirá la tradicional sala de ensayo de la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito con características técnicas para acoger conciertos y espectáculos de artes escénicas. En el archivo de la casona se conservan obras del compositor que le dio nombre al histórico lugar.

 

por Luis Fernando Fonseca

A mediados de 2007, Rodrigo Garzón Guzmán fue uno de los invitados a la inauguración del Auditorio que lleva el nombre de su hermano, el músico Raúl Garzón (1963-2007). Su familia vivía el luto a causa de un infarto que sufrió el artista en Shanghái, ciudad china a la que había viajado para estudiar con una beca de composición musical, en compañía de la directora de orquesta Andrea Vela. Más de una década después, Rodrigo, que es el menor de ocho hermanos, visitó el Centro Cultural Mama Cuchara, en La Loma Grande, para hacer su tesis de archivista.

Auditorio Raúl Garzón en 2025. Foto por Ana Lu Zapata

En la biblioteca y archivo revisó algunos documentos y escaneó partituras de varias obras de su hermano. El archivista se dio cuenta de que su legado tenía un punto de partida en la Sinfonía Programática ‘Rayuela’, obra que dirigió la maestra Vela en conciertos realizados en Loja y Quito, luego de haberles puesto nombres a sus cuatro movimientos (‘Glíglico’, ‘Del lado de allá’, ‘Juegos de ilusión’ y ‘De la tierra al cielo’) y de haber completado, por encargo personal del compositor, el cuarto movimiento. La sinfonía, de inspiración cortazariana, fue interpretada por la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador durante un reestreno en la Semana Santa de 2009, tres años después de haber sido escrita. El legado se extendía a anotaciones y documentos que Raúl Garzón tuvo en Asia y a una parte del repositorio que se conserva en la capital.

‘Con la piel de amianto frente a la vida’ se titula otro de los archivos que se conservan en Mama Cuchara. Tiene la firma de Raúl G. Guzmán y el año 1994 en el encabezado. Rodrigo escaneó las seis páginas junto a programas de bandas sinfónicas o al extenso cuaderno ‘Yerbales’ de 1993. Una réplica del pasillo ‘Capullo’ consta en un archivo de audio que el archivista subió a su blog y que se puede escuchar mientras se leen testimonios familiares y de prensa sobre Raúl Garzón y otro de sus hermanos, el escritor Gustavo Garzón (1958-1990), que fue desaparecido.

‘Del lado de allá’: El Quito que descubrió a Raúl Garzón Guzmán

La memoria es una serie de archivos que suelen unir continentes.

La familia Garzón Guzmán tenía su residencia en San Juan, un barrio occidental separado por el casco histórico del Centro Cultural Mama Cuchara, al oriente. Raúl, que era el sexto de los hermanos, caminaba hacia su trabajo en ese lugar que ahora acoge los ensayos de los ocho elencos de la Fundación Teatro Nacional Sucre (FTNS). Entre las décadas de los ochenta y noventa, la capital vivía un intenso movimiento musical y literario, con el barrio de La Loma Grande como enclave de varios encuentros de artistas, recuerda Rodrigo. En las esquinas se reunían grupos de amigos, uno de los cuales se puso el nombre ‘Yerbales’, que se mantiene en el título de un cuaderno de música sinfónica.

Raúl Garzón en su adolescencia. Cortesía.
Raúl Garzón con Los Yerbales. Cortesía.

—Un par de veces lo acompañé o fui a visitarlo en su trabajo. Era muy entretenido para mí ver la camaradería entre los músicos— dice Rodrigo, sobre su hermano músico, siete años mayor. Ya en esa época el archivista solía fotocopiar páginas de libros que despertaban su curiosidad; fue espectador de reuniones y conciertos en el auditorio que nunca dejó de ser sede de los ensayos de la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito (BSMQ) y que fue remodelado para acoger nuevos recitales y hasta obras de artes escénicas.

—Fue muy doloroso recibir la noticia de su fallecimiento —coincide Rodrigo con quienes conocieron de cerca a su hermano—; los trámites demoraron para que sus pertenencias fueran traídas desde China. Algunas cajas de documentos están en la casa de mi madre (María Clorinda Guzmán Bedón), junto a la biblioteca de Gustavo (Garzón Guzmán).

La niñez y juventud de Raúl Garzón transcurrió en San Juan, en casa de sus padres. Después vivió en las calles Ruiz de Castilla, en Cuero y Caicedo o en el barrio Rumipamba antes de irse al Conservatorio de Música de Shanghái, en 2003. Anotaciones personales, partituras y libros constan en el archivo familiar. El inventario está a cargo de Rodrigo, que tiene pendiente revisar otras partituras en la Biblioteca de Mama Cuchara. Ahí se conservan menciones sobre obras varias, escritas como apuntes, cuenta el archivista.

‘Homenaje’ para violín y guitarra; ‘Suite ecuatoriana’ para flauta y guitarra; ‘Pequeña fuga sobre el tema de San Juanito’ y ‘Homenaje a Gustavo Garzón’ para la Orquesta de Instrumentos Andinos son parte de las obras de Raúl Garzón que, entre 1992 y 1996, fue jefe de la sección de investigaciones musicales del Departamento de desarrollo y difusión musical en La Loma Grande. En uno de los programas de época de la BSMQ –conformada por 61 músicos a mediados de los noventa– se lee que el maestro Patricio Álvarez llevaba la batuta y, como director alterno, estaba el maestro cubano José Ángel Pérez.

El II Aniversario del naciente Centro Cultural se celebró con una producción discográfica. Dentro del álbum se define a Raúl Garzón Guzmán como “compositor e investigador musical”. Realizó sus estudios en el Conservatorio Nacional de Música y, en forma particular, con Emilio Lara y Jorge Navarro. Había escrito para la revista musical ‘a tempo’ de la BSMQ, así como para ‘Promuart’. Fue autor de varios trabajos de investigación en las áreas organológica e histórica.

La Coordinadora del Centro Cultural Mama Cuchara, Tatiana Carrillo, recuerda que antes del cambio de siglo se empezó a constituir el archivo de composiciones en esa casona. En la Biblioteca de la tercera planta había un Departamento de Investigación, dirigidos por Pablo Guerrero y Luis Maldonado. Otra sección de Composición vio el paso de los músicos Marcelo Beltrán, Geovany Mera, Marcelo Ruano, Leonardo Cárdenas, Jorge Oviedo y de Garzón. Se publicaron libros, se instaló un estudio de grabación y, en el Auditorio, se ensayaba, se proyectaban películas o, con menos frecuencia, había presentaciones.

—Fue un músico destacado, guitarrista y compositor, que falleció de forma prematura— dice el percusionista fundador de la BSMQ, Raúl Levoyer, quien fue su compañero de bohemias e interpretó con él su música de cámara. La espera para que se realizaran todas las readecuaciones del Auditorio duró nueve años de gestiones, comentó Levoyer a fines de febrero.

‘Juegos de ilusión’: Más de un siglo de historia

A través de la tradicional Avenida Velasco Ibarra, al oriente de la ciudad, se arriba desde los valles al Centro Cultural, una casona que data de fines del siglo XIX. El entorno vivió un cambio luego de que el antiguo Terminal Terrestre Cumandá se convirtió en Parque Urbano, en 2014. Las fichas de inventario patrimonial de Mama Cuchara corresponden a 1994, año en que está inscrita la composición, para tres guitarras, ‘Con la piel de amianto frente a la vida’, de Raúl Garzón.

Auditorio Raúl Garzón en 2016, previo a su remodelación. Cortesía CCMC.

La Clínica Pasteur funcionó en el predio del Centro Cultural Mama Cuchara entre 1920 y 1960. En 1990, luego de tres décadas de tener usos variados, el Cabildo adquirió el inmueble para los elencos de la ciudad. Las salas de ensayo se agruparon bajo las siglas D3M (Departamento de Desarrollo y Difusión Musical del Municipio de Quito). Se hizo una primera restauración: recuperaron sistemas constructivos originales, se impermeabilización cubiertas y sanearon humedades. Afuera de esos anchos muros, en el eje transversal de la calle Rocafuerte, el lugar de encuentro de artistas le precedió a esa intervención, coinciden varios de los entrevistados.

—A nivel de equipamiento e infraestructura, entre unidades educativas, el escenario más cercano es el Teatro México, en Chimbacalle, también rehabilitado por el Instituto de Patrimonio Cultural (IMP) y a cargo de la FTNS —dice Karina Núñez, directora de Ejecución de proyectos patrimoniales del IMP—. Son equipamientos enlazados al espacio público y, periódicamente, se hacen trabajos de mantenimiento en imagen urbana o reposición de materiales en pisos para la circulación. La Rocafuerte es un eje que tiene un punto en la cuchara donde está ubicado el Centro Cultural y su concepción del barrio.

‘De la tierra al cielo’: El renovado auditorio

Una iglesia, una estación de bomberos y un hotel con el nombre del barrio completan la identidad de La Loma Grande junto a este Auditorio remozado que se suma a la oferta cultural de la ciudad a través de su agenda musical y de artes escénicas. Su infraestructura fue rehabilitada entre septiembre de 2024 y febrero de 2025.

En su oficina, ubicada frente al Monasterio del Carmen Bajo, Karina Núñez confirma que el inmueble del Centro Cultural Mama Cuchara está dentro del inventario patrimonial de la ciudad. La acústica e iluminación se diseñaron en base a un estudio del uso que le dan al espacio los elencos de la FTNS. Paneles, pisos y acabados se suman al nuevo telón y la estructura metálica que da forma al sitio, que fue entregado de forma simbólica a los elencos el lunes 24 de febrero de 2025.

El Auditorio Raúl Garzón a días de ser inaugurado oficialmente. Foto: Ana Lu Zapata.

La sala de ensayo recibirá a la comunidad y a espectadores en ese lugar tradicional de la calle Rocafuerte, cuyo ingreso en la calle Luis Felipe Chávez lleva a un hall también readecuado, bajo una estructura que fue elevada. Se cambiaron planchas translúcidas y de impermeabilización, se hicieron recubrimientos de paredes y se instalaron cielos rasos. Abajo hay una bodega de instrumentos y los camerinos aún huelen a pintura.

—Hay un enlace estructural con la edificación de Mama Cuchara, que mantiene su arquitectura de tipo republicano —explica Núñez—. El uso tiene que adaptarse al inmueble. Se conservaron muros portantes. Se intervinieron 2.040 metros cuadrados durante cinco meses, con una inversión que sobrepasa los $ 500 mil.

El mobiliario, amplificación e iluminación escénica estuvieron a cargo de la FTNS. La reapertura del Auditorio será el domingo 6 de abril de 2025.

La memoria es una serie de expectativas sobre el pasado que suelen unir a los artistas.