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Las Musas del Vallenato: un legado del género que presentará en Carapungo su versión sinfónica

   

Antes de su presentación en Carapungo, conversamos con una de las fundadoras de Las Musas del Vallenato. El legado a lo largo del tiempo, sus batallas en la escena colombiana desde pequeña y el poder del vallenato ante las tristezas del pueblo son parte de esta conversación. Léela a continuación.

por Adrián Gusqui

Los suspiros acompañan los recuerdos de Danny Ceballos cuando piensa en sus primeros días como ‘musa’. Tenía apenas 13 años cuando ingresó al grupo que lideraba su hermana, Chela Ceballos (+), a quien recuerda como su mayor fuente de seguridad en el escenario.

Contesta el teléfono desde Barrancabermeja, ciudad industrial del norte de Colombia, conocida por sus refinerías de petróleo y por el calor intenso que, como ingeniera industrial, también debe soportar en su jornada diaria.

—¿Me escuchas bien? Es que debo prender el aire porque acá hace un calor bastante caliente —dice durante la llamada por Zoom, que solo permite oír nuestras voces; hemos evitado el video por cuestiones de conexión.

—Sí, la escucho bien —respondo.

Las Musas en 2025. Kiki Singer, Danny Ceballos, Wendy Corzo y Yinn Navarro.

Danny suena feliz, pero también agotada, y es lo primero que admite. Este 26 de julio liderará a Las Musas del Vallenato en la primera fecha del Sucre Viajero 2025, un encuentro musical y cultural que busca llevar la programación de la Fundación Teatro Nacional Sucre a barrios periféricos de Quito. La primera parada será el Estadio de Carapungo, un lugar conocido por su dinamismo comercial y por acoger a una gran población migrante.

A Danny se la nota tranquila respecto al evento. No oculta su emoción; su acento relajado transmite confianza. Reconoce que es un sitio complejo, pero defiende la idea que la alegría de la música no se negocia.

Para asistir al concierto, deberá pedir permiso en su trabajo como ingeniera, pero no le representa mayor problema:

—Desde hace 20 años me la estoy jugando con las dos profesiones —dice orgullosa—. Mis compañeros de trabajo me conocen, ven mis videos y me apoyan. A veces, cuando me ven cansada o estoy ausente, gracias a Dios lo comprenden.

Según el portal Codiscos, la historia previa de Las Musas del Vallenato es la siguiente:

“Fue una agrupación musical de vallenato conformada por nueve mujeres. Fundada por Graciela Ceballos Paccini en 1988, surgió con la idea de crear un grupo femenino dentro del género. Graciela comenzó a buscar chicas con talento musical, les enseñó sobre música y, tiempo después, conoció a Patricia Teherán, quien, junto a Anita Puello, se convirtió en una de las voces principales de la agrupación.”

Danny lleva 34 años siendo parte de Las Musas, una agrupación que se ha ido transformando con el tiempo. Chela, su fundadora, falleció hace nueve años, pero en vida le transmitió desde muy temprano los secretos del oficio.

Las Musas en sus inicios.

—Recuerdo los primeros años con muchos momentos de tensión y estrés por parte de Chelita, porque quería que todo saliera bien y, en algunas ocasiones, eso no sucedía. Recuerdo largas horas de viaje por tierra, tocar, acabar el show y regresar de inmediato a casa. Dormíamos poco, a veces teníamos que pelear nuestros pagos con empresarios… hubo muchos llantos de mi hermana porque quería que todo saliera perfecto.

Pero no todo fueron lágrimas:

—También están los recuerdos de grabaciones, viajes, las tarimas y la cercanía con otros artistas. Eso es bonito —cuenta.

Su ingreso al grupo fue temprano, y por eso aprendió “a los tumbos”.

—Al inicio tocaba la caja vallenata durante un año, y después pasé a la guacharaca tras la salida de Patricia Teherán.

En 1995, su mundo dio un giro cuando el grupo comenzó a grabar nuevo material. El productor de la casa disquera recomendó que ella interpretara “Declaración de Amor”, uno de los grandes éxitos del grupo colombiano.

—Esa canción fue todo un éxito para mí. Fue la que me abrió el camino como cantante.

El camino de una musa no es fácil. Exige disciplina física, aunque con el tiempo la carga ha disminuido. Danny recuerda el cansancio tras las presentaciones, que en el pasado podían tener hasta cuatro tandas en una sola noche.

—Esa adrenalina era muy nueva para mí. No estaba preparada, pero, afortunadamente, tenía a mi hermana, que me cuidaba y me daba consejos.

En Carapungo, el repertorio se transformará en dos versiones: el vallenato clásico —ese que remece dolores, decepciones y alegrías del corazón— y una sorpresa sinfónica junto a la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito. Por primera vez en su historia, Las Musas presentarán un set de vallenato sinfónico.

—Estamos ensayando muy bien las canciones, exactamente como las grabamos. No es fácil. Sabemos que ellos son muy sincronizados. El vallenato, en cambio, a veces es más improvisado en la tarima, entonces tenemos muchas expectativas con este concierto y cada una se está preparando en su instrumento —confiesa Ceballos.

—Yo sé que va a ser hermoso —agrega con una sonrisa en la voz.

El vallenato de Las Musas representa un lado clásico del género, lo reconoce Danny:

—El vallenato ha sufrido fusiones, pero nosotras aún hacemos el que se tocaba hace 30 años. Seguimos esa línea, aunque hoy haya un vallenato más movido, sabroso y moderno. Hay una polaridad en Colombia, como sé que también la hay en Ecuador.

Para ella, la escena necesita nuevos exponentes que no se queden solo en los covers:

—Las nuevas generaciones no deben dejar que el vallenato se pierda con estas fusiones. Yo siento que el género va en caída, pero hay países como Ecuador, Venezuela o México que todavía mantienen vivo ese vallenato de hace 30 años, el que ha enriquecido al folclore. Lo que más hace falta son éxitos y canciones nuevas.

Por último, abordamos con Ceballos la histórica disputa entre géneros urbanos, la salsa y el vallenato. ¿Existen? Ella responde:

—Claro, es una guerra fuerte, pero el vallenato es poderoso. Hace poco estuve en una gira por Europa y no sabía que el vallenato era tan fuerte. La salsa también lo es, pero siento que el vallenato es más poderoso. En los géneros urbanos también hay rivalidad, pero en Colombia sucede algo con ellos: hay mucha hermandad entre esos artistas. Eso no pasa en el vallenato, donde hay demasiada competencia y rivalidad.

La musa termina la llamada con la esperanza de que Carapungo será un reto y también una nueva puerta en su carrera, no recuerda haber tocado antes en este sitio de Quito y con este nueva versión, pero se la juega, nada queda a medias con estas mujeres, que hace varias décadas viajan y cantan las penas del corazón con su gente como cinturón de seguridad. 

Este sábado 26 de julio, el grupo colombiano no estará solo. Además de su participación junto a la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito, se les unirán El Cartel Vallenato y la Orquesta Azuquito.

La fiesta musical inicia a las 18h00. Revisa la programación completa a continuación:

18h00 – 19h00 | Orquesta Azuquito
19h15 – 19h45 | Banda Sinfónica Metropolitana de Quito
19h50 – 21h20 | Las Musas del Vallenato, El Cartel Vallenato y la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito